La expedición de Colón llegó el 12 de octubre de 1492 a
las Antillas. El 5 de diciembre de 1492 Colón llegó a la isla de La Española,
actualmente dividida en dos países, Haití y República Dominicana, y estableció
allí la primera colonia europea en el nuevo mundo.
Posteriormente en diversos viajes, los españoles fueron
explorando y estableciendo pequeñas colonias, primero en el archipiélago de
las Antillas, después en Tierra Firme, es decir, el continente
americano.
Muy pronto surgió la polémica con Portugal, la otra potencia
expansionista del período, sobre el derecho de cada Corona a expandirse hacia
el occidente. Los Reyes Católicos proclamaron sus derechos sobre las nuevas
tierras, pero tras la intervención arbitral del Papa (Bula Inter Caetera
en 1493), ambas Coronas llegaron finalmente a un acuerdo. Por el
Tratado de Tordesillas (1494), España y Portugal se dividían el mundo.
Todas las tierras situadas trescientas leguas al oeste del archipiélago de
Cabo Verde serían conquistadas por Castilla, mientras que los territorios
al este de esa línea podrían ser colonizados por Portugal. Este acuerdo
legitimó la colonización portuguesa en Brasil.
Los dos momentos más importantes en el proceso de conquista
fueron la invasión del imperio azteca o mexica, en el actual México,
por Hernán Cortes entre 1519 y 1521, y la del imperio incaico del
Perú por Francisco Pizarro en 1532-1533.
El objetivo de los colonizadores españoles fue desde un
principio la explotación económica del territorio conquistado y la
cristianización de los indios. Las violencias del proceso de conquista
dieron lugar a un vivo debate en España. Fray Bartolomé de las Casas,
monje dominico, se convirtió en la voz crítica contra los desmanes producidos
durante la conquista y la colonización.
El sistema de colonización utilizado en los primeros momentos
del Imperio español fue la encomienda. La encomienda fue establecida
como un derecho otorgado por el Rey (desde 1523) en favor de los españoles
colonizadores (encomenderos). El español cobraba los tributos que los
indígenas, como súbditos del Rey, debían pagar a la corona y, a cambio, debía
cuidar del bienestar de los indígenas en lo espiritual y en lo terrenal,
asegurando su mantenimiento y su protección, así como su adoctrinamiento
cristiano.
Sin embargo, en la realidad se produjeron múltiples abusos
y el sistema derivó en formas de trabajo forzoso o no libre, al
reemplazarse, en muchos casos, el pago en especie del tributo por trabajo en
favor del encomendero.
Estos abusos dieron lugar a múltiples protestas que llevaron a
la aprobación de las Leyes Nuevas (1542). Estas leyes recordaron
solemnemente la prohibición de esclavizar a los indios y abolieron las
encomiendas, que dejaron de ser hereditarias y debían desaparecer a la muerte
de los encomenderos actuales.
La colonización española se caracterizó, a diferencia de
otras, desde un principio por el mestizaje. La población europea se
mezcló con los indígenas americanos (mestizos) y la población esclava traída
de África (mulatos). El mestizaje no impidió que la sociedad colonial tuviera
una estructura claramente racial con la población blanca en la cúspide social.