La guera árabe-israelí de 1973, también conocida por el nombre de festividades
religiosas judía (Guerra del Yom Kippur) y musulmana (Guerra del Ramadán),
enfrentó a Israel contra Egipto y Siria. Fue la cuarta de las guerras que
enfrentaron al estado hebreo con los países árabes.
Dos factores principales explican su desencadenamiento. En primer lugar, el
fracaso en la resolución de los problemas surgidos de la guerra de 1967. La
negativa israelí a devolver los territorios arrebatados a Siria (los altos del Golán) y a Egipto (la península del Sinaí) y el fracaso de las propuestas de
paz de Anuar el Sadat, el nuevo líder egipcio llevaron la situación a un punto
muerto. La resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU pedía en términos
vagos la retirada de Israel de los territorios ocupados en 1967. Fue votada
por 13 miembros, China se abstuvo y EE.UU. la vetó. Egipto cada vez se hallaba
más decidido a lanzar una guerra limitada. En segundo lugar, Israel era
consciente de su superioridad militar. Esa confianza le llevó a negarse a
cualquier cesión de territorios, pero también hizo que el ataque árabe de 1973
cogiera por sorpresa a sus fuerzas armadas.
El ataque árabe por sorpresa empezó el 6 de octubre de 1973 (el día del Yom
Kippur, la festividad religiosa judía más importante). Los avances egipcio y
sirio fueron fulgurantes. Los egipcios cruzaron el Canal de Suez y los sirios
tomaron los Altos del Golán. Sin embargo, a partir del 10 de octubre se inició
el contraataque israelí. En ese momento tanto la URSS como EE.UU. organizaron
puentes aéreos masivos llevando armas a sus aliados. Las tropos israelíes
reconquistaron los Altos del Golán y volvieron a cruzar Suez.
Las dificultades egipcias hicieron que Moscú advirtiera sobre la posibilidad
de enviar tropas a ayudar al régimen de Sadat. Henri Kissinger, Secretario de
Estado norteamericano, viajó a Moscú para negociar una solución. Finalmente
las partes enfrentadas siguieron una resolución de la ONU que pedía el
inmediato alto el fuego. El 25 de octubre de 1973 callaron las armas.
Además de los casi 15.000 muertos del conflicto (8.500 árabes y en torno a
6.000 israelíes), la guerra de 1973 tuvo importantes repercusiones: el
alineamiento de los países árabes de la URSS se hizo más estrecho, la imagen
de invencibilidad del ejército israelí fue destruída, Israel se hizo más
dependiente de EE.UU y, sobre todo, la guerra propició que la OPEP, donde los
estados árabes tenían un peso decisivo, decidiera una brusca subida del precio
del petróleo que desencadenó una espiral inflacionista que llevaría a una gran
crisis económica.